El ángel nos susurra que no debemos albergar miedo en nuestro subconsciente, ya que siempre hay Amor a nuestra disposición para ayudarnos en cualquier dificultad.
A veces, la vida se convierte en una aventura y, a consecuencia de la incertidumbre, podemos temer que nos vaya a pasar algo negativo. Es un sentimiento que no podemos desechar tan fácilmente como nos gustaría.
Posiblemente, el mayor y más común sea el miedo a la muerte. Nos horroriza, sentimos que nos hiela la sangre en las venas, pensamos cómo será nuestra muerte y, después, no volver a respirar, a ver la luz del cielo, la Tierra y todo cuanto nos rodea. Pero es el ciclo que debe cumplir todo ser vivo: morir para vivir.
Podemos llegar a experimentar una gran angustia cuando nos abruma el miedo por no saber qué hay después de la muerte, la duda de si encontraremos esa luz que algunos aseguran que han visto y si nos llenaremos de amor y paz, o si no encontraremos nada de eso.
De lo que sí estamos seguros es de que con la muerte dejamos de sufrir y eso nos anima a que, a pesar de que no nos guste bucear en nuestro subconsciente, demos un paso hacia nuestras profundidades y nos atrevamos a verlo cara a cara.
A veces, enfrentándonos al miedo y a la oscuridad que encontramos allá donde sólo nosotros somos capaces de llegar, podemos encontrar el mejor regalo, nuestra paz interior, para ofrecerla a todos los que nos rodean.