
Eres puro Amor,
creador y expansivo.
Sé Universo.
Y que los ángeles del universo llenen de alegría y esperanza nuestros corazones.
Risa y dolor,
ilusión y decepción…
Amor humano!
Mecen y arrullan,
acarician y abrazan…
risas del alma
Formas livianas
Para soñar y jugar
y no descansar
En una gruta
Oculté mis tesoros…
¡Es su momento!
Suave ternura
Me transmiten tus manos,
Amor sanador
El ángel nos trae un mensaje en favor de la Madre Naturaleza.
Estamos deteriorando todo el ecosistema mermando los recursos de los que dependemos los seres humanos, así como los demás seres vivos con los que compartimos este maravilloso planeta.
Solemos horrorizarnos cuando vemos las devastadoras consecuencias de cualquier desastre natural, nos quedamos sin aliento viendo esas catástrofes, pero no solemos pararnos a pensar detenidamente en todas aquellas acciones humanas que provocan incendios, inundaciones, contaminación, desertificación…
Tiramos sin control plásticos, latas, productos corrosivos, venenos y un sin fin de cosas inventadas por el hombre. ¿Qué pensamos dejar para las próximas generaciones?
El ángel nos pide que trabajemos nuestra conciencia de unidad con todo lo que nos rodea, que desarrollemos sin miedo nuestra sensibilidad y manifestemos el Amor que todo lo crea y todo lo puede.
El ángel nos habla de los beneficios que nos proporciona dedicarnos, por lo menos un momento al día, a pensar y entrar en contacto con el Gran Espíritu, dejando a un lado todo lo demás, sin pensar en nada. Un sólo instante con esa intención vale más que años de palabras recitadas en oraciones vacías.
Hay momentos en que nuestro cerebro se queda en blanco, nuestro pensamiento se queda absorto y nada ni nadie puede interrumpirnos.
Es un tiempo mágico, más aún si logramos entrar en contacto con el Gran Espíritu. La energía que nos transmite es un fluido tan potente como un relámpago. Es un instante de conciencia infinita, un momento tan supremo que nos hace sentir como si flotáramos, fuera del tiempo y del espacio. Es nuestro, de nadie más.
El ángel nos enseña que no debemos estar tristes ante la partida de un ser querido. Nos asegura que morir es vivir, que el cuerpo sólo nos ha sido prestado para poder transformar aquí, en la Tierra, todo lo que en otras vidas hayamos hecho mal y, así, poder llegar al Gran Espíritu.
Verdaderamente, nos sentimos desamparados cuando nos enfrentamos a la pérdida de alguien cercano a quien amamos.
Cuando una persona pierde a sus padres sufre un gran dolor, pero con el tiempo va encontrando consuelo al aprender a reconocer en sí una parte de ellos, ya sea a nivel físico, psicológico o emocional, gracias a sus enseñanzas, su amor y el cuidado que le dedicaron para que fuera la persona que hoy es. Es algo imposible de olvidar.
Otras personas tienen que experimentar la pérdida de un hijo y pueden sentir que su propia vida se va con él o con ella, tal vez desearían haber muerto ellos en su lugar o sienten un inconmensurable sentimiento de culpa por lo ocurrido.
El Gran Espíritu nos dice, a través del ángel, que todos tenemos nuestro momento en la Tierra. Hemos venido a aprender y crecer como almas y, si es necesario, volveremos a experimentar diferentes vidas hasta quedar limpios de todo lo que no sea nuestra verdadera Esencia Divina para poder llegar hasta Él, que es el Amor Universal.