El ángel nos habla de los beneficios que nos proporciona dedicarnos, por lo menos un momento al día, a pensar y entrar en contacto con el Gran Espíritu, dejando a un lado todo lo demás, sin pensar en nada. Un sólo instante con esa intención vale más que años de palabras recitadas en oraciones vacías.
Hay momentos en que nuestro cerebro se queda en blanco, nuestro pensamiento se queda absorto y nada ni nadie puede interrumpirnos.
Es un tiempo mágico, más aún si logramos entrar en contacto con el Gran Espíritu. La energía que nos transmite es un fluido tan potente como un relámpago. Es un instante de conciencia infinita, un momento tan supremo que nos hace sentir como si flotáramos, fuera del tiempo y del espacio. Es nuestro, de nadie más.