El resplandor

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Luz de la Tierra,

fuente poderosa

de mi conciencia.

Recogiendo el alimento

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Manos abiertas

Y abundancia infinita,

Vida y gratitud.

Burbujas

burbujas

Formas livianas

Para soñar y jugar

y no descansar

La gruta

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En una gruta

Oculté mis tesoros…

¡Es su momento!

Manos con delicadeza

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Suave ternura

Me transmiten tus manos,

Amor sanador

Conectando con la Tierra y el infinito

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Entre la Tierra

Y el universo eterno,

Soy puente vivo

Pidiendo perdón a la Madre Tierra

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Quiero ser de mar

y quiero ser de tierra,

ser de la Vida.

 

Un día maravilloso de cometas

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En carnavales,

cometas y caretas…

¡no son rivales!

En meditación espiritual

 

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El mensaje de este ángel nos indica que debemos oír más a nuestro corazón y comunicarnos más con el Gran Espíritu, para así llegar a una total armonía con nuestro alma.

El ser humano siempre está a la búsqueda de algo que le llene, que le comprenda y que le aporte amor, felicidad y equilibrio. Buscamos incesantemente la comunicación con otros seres para que nos aporten todas esas cosas de las que nos sentimos tan necesitados.

Si tenemos paciencia y escuchamos a nuestro corazón, tal como nos aconseja el ángel, es posible que se encienda en nosotros una luz interior que nos diga que no hay nada como la felicidad de encontrarse bien uno mismo, física y moralmente.

Podemos practicar en una habitación a solas, tal vez con una música adecuada, un incienso y una vela, de modo que encontremos la calma necesaria para meditar y escuchar los latidos de nuestro corazón, los cuales nos guiarán a ser mejores con todo el mundo, incluso con nosotros mismos, pues no hay mayor felicidad que la de estar en paz con nuestro espíritu.

Dolor por un ser querido

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El ángel nos enseña que no debemos estar tristes ante la partida de un ser querido. Nos asegura que morir es vivir, que el cuerpo sólo nos ha sido prestado para poder transformar aquí, en la Tierra, todo lo que en otras vidas hayamos hecho mal y, así, poder llegar al Gran Espíritu.

Verdaderamente, nos sentimos desamparados cuando nos enfrentamos a la pérdida de alguien cercano a quien amamos.

Cuando una persona pierde a sus padres sufre un gran dolor, pero con el tiempo va encontrando consuelo al aprender a reconocer en sí una parte de ellos, ya sea a nivel físico, psicológico o emocional, gracias a sus enseñanzas, su amor y el cuidado que le dedicaron para que fuera la persona que hoy es. Es algo imposible de olvidar.

Otras personas tienen que experimentar la pérdida de un hijo y pueden sentir que su propia vida se va con él o con ella, tal vez desearían haber muerto ellos en su lugar o sienten un inconmensurable sentimiento de culpa por lo ocurrido.

El Gran Espíritu nos dice, a través del ángel, que todos tenemos nuestro momento en la Tierra. Hemos venido a aprender y crecer como almas y, si es necesario, volveremos a experimentar diferentes vidas hasta quedar limpios de todo lo que no sea nuestra verdadera Esencia Divina para poder llegar hasta Él, que es el Amor Universal.